viernes, 4 de abril de 2014

La Sangre, la clave de nuestra santidad



La Sangre

Hebreos 9:22
 "Y casi todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace remisión."


9:11 Pero estando ya presente Cristo, sumo sacerdote de los bienes venideros, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta creación, 
9:12 y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención. 
9:13 Porque si la sangre de los toros y de los machos cabríos, y las cenizas de la becerra rociadas a los inmundos, santifican para la purificación de la carne, 
9:14 ¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo? 

Siempre hubo desde Adán en el Edén, con el pecado original, hasta la muerte de Jesús como lo establece la ley, derramamiento de sangre para perdonar el pecado (Expiar), pero inclusive ese derramamiento de sangre animal no hacia perfectos a los pecadores, por ello no podía salvar a nadie de la condenación eterna. 

Esto nos hace considerar que la razón por la que Dios demandaba estos sacrificios al hombre, era por algo más profundo que un acto de penalización por el pecado, y está vinculado con la reacción de la humanidad ante estos actos sacrificiales.

Si, Dios establece sacrificios animales como necesarios ante él, para que el hombre pudiese liberarse de su pecado, pero ningún sacrificio por magno que fuese, podía traerle salvación a ningún ser humano. Entonces, la razón por la cual los exigía, iba más allá de ser una sombra de lo que significaría el sacrificio de Jesús. 

Estos sacrificios obraban en la consciencia del individuo al pecar, haciéndole consiente de la repercusión, y gravedad de sus actos, su condición.

Para contextualizar un poco: El animal, o el bien material que se debía ofrecer para sacrificio, debía tener cualidades especiales, y sobresalientes ante los demás bienes de cualquier hombre, por ello, debía ser un sacrificio que le costara al culpable (1 crónicas 21: 24).

 Dentro de un sanguinario evento donde el sacerdote degollaba la víctima, y derramaba su sangre, el animal sufría mientras el hombre culpable le observaba. Esto debía ser muy impactante, el ojo de quien lo presenciara debía ser conmocionado, y más sabiendo, que aquel animalito no tenia la culpa por lo que sufría.

 Otra forma sacrificial, era ofrecer alguna cosecha para ser quemada ante Dios, cosas las cuales podrían ser consideradas gran desperdicio económico, pero que le mostraban al hombre las profundidades de su error cometido, y mantendrían vigente su compromiso de no volver al pecado.

Si el sacrificio continuo de bienes materiales y animales, podía mantener al hombre cerca de su responsabilidad al pecar, entonces también le haría pensar mucho mejor las cosas, antes que faltar a un mandamiento del Señor. 

Hoy en día, no tenemos la responsabilidad de traer estos sacrificios ante El Señor. El mismo se proveyó de un sacrificio perfecto, que nos redimió completamente. Jesús en la cruz, cada gota de sangre, sudor y agua, representan para nosotros el sacrificio que jamás debemos perder de vista. 

Podríamos decir que La clave de la santidad se encuentra en mantener presente, y anclado en nuestras consciencias el sacrificio de Jesucristo por nuestras vidas.

En detalle, todo lo que El sufrió no lo vimos, pero si podemos imaginarlo, y pedirle al Espíritu Santo que nos lo revele.


Despertar ante esta verdad, es lo que mantendrá a la generación que vive la mayor descomposición moral, en santidad.

Oración: Ayúdame Espíritu Santo a vivir con una conciencia plena y real del peso, la consecuencia y el dolor que causó mi pecado sobre ti. Sólo allí encontraré lo que tu corazón siente ante el pecado, y lo repudiaré con todas mis fuerzas, en medio de un mundo que se prepara para recibir como líder al hombre de pecado; yo quiero ser Santo, como tú eres Santo, En el glorioso nombre de Jesucristo Amén.

1 comentario:

  1. Cito:
    …”pero inclusive ese derramamiento de sangre animal no hacia perfectos a los pecadores, por lo tanto no podía salvar a nadie de la condenación venidera.”
    Los judíos apuntan a que el primer derramamiento de sangre lo hiso Dios mismo en el Edén cuando cubrió la desnudez de Adán y Eva con pieles de animales. Aunque no nombra el sacrificio, lo deja implícito en el texto. La idea de vestirlos fue que su pecado fuera cubierto. Y allí en el relato del Edén ya Dios estaba entrando en pacto con el hombre de que no serian cubiertos con hojas (como la voluntad del hombre había hecho) sino con cuero, carne de animal, representando así el cuero a Cristo, la carne del Mesías, la que fue glorificada, la que fue transformada en cuerpo glorioso, la que pudo entrar a la presencia de Dios y sentarse a su diestra, cuerpo (carne) en la que seremos revestidos en su venida.
    De ahí en adelante, el próximo derramamiento de sangre lo leemos cuando Caín ofrece su ofrenda a Dios quién no lo vio con agrado por lo que Caín guardaba en su corazón (La intención) que después confirmamos cuando narra que en nuestro mundo físico Caín derrama sangre de su hermano Abel (la sangre de un alma viviente) si lees más adelante verás que no sólo Caín fue expulsado del Edén sino que fue desarraigado del árbol genealógico de Adán. Pufff! Desaparece de “la descendencia santa”.
    Dios establece un reloj, Las Santas Convocaciones” no sólo para que a través de ellas sepamos los tiempos del pacto establecido con Adán, luego con Noé, Abraham, Isaac, Jacob….. sino para que el pueblo (descendencia santa) se mantuviera continuamente purificado y recordando Su Palabra (Instrucción) cada día del año, cada comienzo de mes en luna nueva, cada Día de reposo, mientras que se cumpliera el tiempo para el sacrificio del Cordero de Dios el cual cubriría todos los pactos anteriores. La Circuncisión es la señal en la carne del hombre, una señal es para que cada vez que la veamos nos acordemos que hubo un Pacto, una promesa, el Pacto es condicionado a la obediencia igual que el Gran Pacto, el de Cristo, que es condicionado a la misma obediencia. O por qué dice…” apartaos de mi hacedores de maldad”… la intención, que importante es la intención!
    Yo creo realmente que aquellos que cumplieron ese ritual con un corazón y un comportamiento acepto, fueron purificados, al igual que fuimos purificados en la sangre de Jesús y aún no lo vemos con nuestros ojos porque de una u de otra manera siempre caemos en algún pecado. Como dijo Pablo…”lo que no quiero hacer, eso hago…”
    El Templo para poder ser utilizado también tenía que ser purificado con las cenizas de la vaca roja. Vaca que representa de Jesús. Su sacrificio nos purifica (somos Templo). Enoc que fue llevado sin conocer muerte, fue salvado, y todos los que cumplieron se salvaron igual. Incluyendo a Sansón, que habiendo nacido nazareo vivió una vida que deja mucho que pensar, pero después de haber perdido la gracia, pasa por tribulación, se arrepiente con todo su corazón y Dios le devuelve la gracia para cumplir en un día de su vida la misión que vino a realizar: Salvar al pueblo hebreo de los peores enemigos, los Filisteos. Tardo toda su vida para arrepentirse y en su último día es que realiza su misión y su alma se salva. Todos ellos creían en el Mesías sin haberlo visto porque estaba prometido desde el principio, igual nosotros creemos, la misma cosa ni ellos ni nosotros lo hemos visto sin embargo creemos en la figura del Mesías. La diferencia está en el “reconocimiento” a los que les tocó (de la casa de Judá) vivir la estadía de Jesús en la tierra hasta nuestros días, pero llorarán al ver al que traspasaron, y se arrepentirán y se salvarán, aceptarán el Gran Pacto y, nosotros que reconocemos a Jesús el Mesías y hemos aceptado su Pacto.

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