jueves, 19 de febrero de 2015

La Verdadera Sanidad

Sanidad interior


ISAIAS 61:1-2
El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel; a proclamar el año de la buena voluntad de Jehová, y el día de venganza del Dios nuestro; a consolar a todos los enlutados;

El Mesías de Israel traería el cumplimiento de todo esto a su pueblo. Israel completo esperó, y aún espera ver al hombre que sanará toda dolencia, y le dará vida por la eternidad en justicia y santidad. 

Lucas 4: 16- 18
 Vino a Nazaret, donde se había criado; y en el día de reposo entró en la sinagoga, conforme a su costumbre, y se levantó a leer. Y se le dio el libro del profeta Isaías; y habiendo abierto el libro, halló el lugar donde estaba escrito:
El Espíritu del Señor está sobre mí,
Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; A pregonar libertad a los cautivos,
Y vista a los ciegos; A poner en libertad a los oprimidos

Jesús puesto de pie leyó el texto de Isaías, y se atribuyó el cumplimiento completo de la profecía. Misteriosamente El se detuvo en la mitad del verso 2 por una razón muy clara, Jesús en su primera venida no manifestaría el día de su venganza. Lo que quiero decir, es que Jesús leyó sólo lo que El sabia que era el propósito de su venida hace dos mil años, porque será en su regreso como Rey y Juez de la Tierra, que la profecía de Isaías 61, el capítulo entero, será una realidad tangible entre nosotros.

Lo que me inquieta hoy, y es el punto que quiero enfatizar es que aún nosotros como iglesia, no hemos experimentado de manera personal, la plenitud de lo que esa primera venida significó; es muy fácil decir o analizar con el intelecto la verdad de qué Jesús hizo y está haciendo, pero la realidad es que muy pocas personas colocan su corazón en el lugar, donde las manos de Jesús pueden sanarlo, librarlo y restaurarlo. 

Estamos hablando de mucho más que un pensamiento teológico e intelectual; es posible que comience en nuestra mente el concepto de quién es Jesús, lo que vino y quiere hacer en nuestros corazones, pero nosotros estamos llamados a experimentar de manera profunda la restauración de nuestras vidas, y eso debe convertirse en el centro de nuestras oraciones.
Es decir, somos escogidos por El, no sólo para conocer intelectualmente quién es Jesús, sino para sentir en nuestro corazón la llenura de este hombre. Su sanidad interior en nuestras vidas. Es sólo allí donde nuestras vidas cambian y pueden dar un vuelco de 180 grados.

Si ni siquiera conocemos, ni hemos experimentado en nuestro corazón la razón por la que Jesús vino, jamás entenderemos la razón por la que volverá, ni mucho menos estaremos listos para ese Glorioso día.

Es necesario que tú y yo, seamos parte del remanente que experimentará en sus vidas la sanidad completa del corazón, para que comprendamos y anhelemos junto al Espíritu la venida del Señor con la misma motivación.

Aquellos que más experimenten la restauración de su corazón, al diseño original como fueron en el jardín del Edén, serán quienes valoren y amen Al Señor, lo suficiente como para dar sus vidas, y preparar el camino para su regreso. Estos serán capaces de enfrentar mentes religiosas y estructuras frías, que obstruyen a los hombres el experimentar el reino de los cielos en sus corazones.

El sólo conocer el corazón de Jesús sana el nuestro. 
Jesús dijo: “Y conocerán la verdad y la verdad os hará libre”, como sólo El es la verdad el camino y la vida, entonces conocerle por medio de su Espíritu Santo, llevará nuestro corazón a una real y eterna libertad.


Romanos 8: 28
Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.


Existen un sin número de ocasiones, en las que hemos sido dañados por el mundo que nos rodea; tú y yo sufrimos desde el momento de nuestro nacimiento el rechazo, desprecio y la incomprensión de los que nos rodean. Aún sin darnos cuenta algunas de estas heridas necesitan de la sanidad del Espíritu Santo, y si tú y yo queremos alcanzar la verdadera felicidad, ésta se encuentra sólo en la total sanidad y libertad que Dios proveyó en la cruz, el perdón y la sanidad de nuestras almas.

¿De qué tenemos que ser sanos?
- Raíces de rechazo.
- Carencias afectivas. 
-Ser subestimado o menospreciado.
-Condenación.
-Falsos valores.

Sería muy extenso hablar de estos temas, pero si comenzamos entendiendo que aún los conflictos, y heridas que se nos ocasionaron fueron controladas y permitidas por Dios mismo, la raíz de nuestra ofensa no está en quien nos la infringió, sino en Dios quien lo dejó ocurrir así. 

Y es imposible que alguien nacido de nuevo, se encuentre conscientemente ofendido con Dios por un tiempo prolongado; aún Job se mantuvo firme en bendecir al Señor, dándole gracias no sólo por lo bueno, sino también por aquellas cosas que al presente no consideraba convenientes para su vida.

Creo que si tú y yo llegamos a comprender, que a pesar de lo oscuro de nuestro pasado, Dios estuvo allí, entonces entenderemos que aún eso Dios lo usará, pues se ha convertido en una situación importante, que nos puede catapultar hasta nuestro destino profético en Jesús. Es decir, Dios nos usará basado en las experiencias dolorosas de nuestro pasado (Las que le hayamos dejado sanar), no sólo para madurarnos, sino para impactar las vidas de los que nos rodean.


Los de limpio corazón verán a Dios. Mateo 5: 8

No es solo una promesa futura que será manifiesta cuando Jesús regrese, sino también la esperanza en esta era, de que aquellos quienes dejen que El Señor les limpie y sane su corazón, serán capaces de verlo en cada detalle de sus vidas.

Que tremenda promesa: “Si tú y yo dejamos que Jesús sane y limpie nuestro corazón, le veremos cada segundo de nuestra vida, porque El siempre trabaja”



Limpia mi corazón Señor, porque sólo así podré verte!

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